Composta en casa: solución local al problema global #ConFrijolitos

 Por Adrian Rivera de A Divertirse ConCiencia


Imaginemos por un momento la panorámica de nuestra ciudad en 29 años: altos edificios, personas asomadas al balcón, aromas de la cocina que nos recuerdan lo cerca que está la hora de comer; todo ello cobijado por más de tres mil cuatrocientos millones de toneladas en desperdicios sólidos que se antojan tan conocidos que ya los bautizamos con nombre y apellido.

No es el comienzo de la película de Wall-E, se trata de los datos extraídos del informe publicado por el Banco Mundial en septiembre del 2018, el cual examinó los datos de 367 ciudades para llegar a sus resultados. De continuar las actuales tendencias en manejo de desperdicios sólidos tendremos que lidiar con un cerro de basura (3,400 millones de ella para ser más exactos) y con 2 mil 600 millones de gas del tipo CO2. Lo que dejaría poco espacio para que llegue a nuestra nariz el humo que desprende un café recién preparado.

Pensaríamos que la solución es costosa o extremadamente elaborada; permíteme demostrarte lo contrario con el Compostero “Home Edition”. Este envase toma prestado para su funcionamiento al ciclo del carbono que encontramos en la naturaleza: microorganismos aerobios (que necesitan aire para vivir) toman los restos de comida orgánicos y los transforman en un abono útil para las plantas. Así de simple; pero espere, aún hay más.

Dentro del sitio de Ecoagricultor podemos descargar un manual muy completo y sencillo de seguir para realizar ese compostero casero. El manual explica cómo armar un contenedor hecho de madera o plástico que tiene ventilación en todas sus aristas, incluyendo la base. El fondo debe llenarse con sustrato seco a base de aserrín, hojas secas del jardín, papel sin tinta y/o tierra negra.

Ahora sólo debemos seguir un proceso que relaciono con la lasaña: por cada capa de desechos orgánicos húmedos (restos de las verduras y frutas consumidas en casa, granos molidos de café ya utilizados, pelo de nuestras mascotas) deberemos cubrir la superficie con otra capa de elementos secos (paja, aserrín, papel o cartón sin tintas, cáscara de huevo, ceniza, trozos pequeños de ramas).

La próxima vez que agreguemos una nueva capa de orgánicos húmedos, removeremos todo el contenido; pero la capa superior deberá conformarse siempre con materia orgánica seca. Muy importante al respecto, no agregar elementos como pilas, pañales, medicamentos, comida cocinada, aceites, cárnicos o lácteos; con ello evitaremos un proceso de putrefacción ya que estamos especializando este envase en atraer las bacterias que descomponen células vegetales. De 3 a 6 meses veremos resultados – y con un poco de callo lo reduciremos a 1.

Sin embargo, el mensaje más contundente que deberíamos tener resonando en nuestra cabeza es que sumarse a la solución debe volverse un hábito cómodo, sencillo de seguir por nosotros como por el resto de los integrantes de la familia. Volver agradable este proceso cíclico será nuestro mejor aliado para que la repetición se vuelva un hábito tan común, como ponerse las pantuflas al despertar.


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