¿Por qué se conmemora y no se celebra el Día Internacional de la Mujer? #ConFrijolitos
El día de hoy publicamos una entrada invitada
relacionada al #8M, que no está relacionada a los temas que habitualmente
cubrimos, pero que es una reflexión necesaria en este día tan importante para
las luchas de las mujeres y el feminismo. Por cierto, si no lo han leído, el
ensayo “Tod@s
deberíamos de ser feministas” de Chimamanda Ngozi Adichie es un buen punto
de partida para reflexionar. ¡Gracias a @pennylaneagain por la contribución!
por Jazmín de Anda
El Piolín felicitador
Cada año sin falta me llega un Piolín
felicitador de las tías Petritas y los tíos Ramones por el día Internacional de
la Mujer y aunque agradezco la intención de que “se acuerden de una”, debo
admitir que siempre se me queda en la puntita de los dedos escribirles que no
hace falta felicitación, sino que hay que tener claro cuál es el sentido de
este día, en estos tiempos y en nuestro contexto.
Piolín Felicitador recibido por la autora en
el #8M de 2020.
Primero lo primero
¿Cuál es la diferencia entre celebrar y
conmemorar? Aunque pareciera que son sinónimos, vale la pena aclarar que aunque
tienen algunas equivalencias, ciertamente no lo son. Celebrar tiene un
significado muy claro: celebramos bodas, cumpleaños o la graduación del
ahijado; celebrar es un acto festivo a través del que demostramos alegría o
agrado. Por otro lado, conmemorar implica el recordar solemnemente algo o a
alguien, frecuentemente en un acto o un monumento. Dicho claramente, conmemoramos una batalla y celebramos el fin de la guerra. Se
conmemora el fallecimiento de un gran personaje y celebramos su natalicio. Al
conmemorar, traemos a la memoria un hecho que puede ser luctuoso o doloroso de
recordar.
Sobre el origen del Día de
la Mujer
El Día Internacional de la Mujer tiene sus
raíces en el movimiento obrero de mediados del siglo XIX, cuando en plena
Industrialización, un puñado de mujeres comenzaron a alzar la voz y a exigir
que se las escuchara. Cabe aclarar que, en ese entonces, en el mundo
Occidental, las mujeres no tenían derecho a la formación, ni a manejar sus
propias cuentas bancarias y mucho menos a votar. Es decir, la vida de una mujer
era un continuo histórico de limitaciones y abusos.
En 1917, miles de mujeres rusas salen a las
calles el último domingo de febrero bajo el lema “pan y paz”, protestando contra
la Primera Guerra Mundial y la muerte de millones de soldados rusos. El 25 de
febrero, dos días después de que comenzara la insurrección, el zar ordenó
“disparar si fuera necesario para acabar con la revolución de las mujeres”. Esta
medida fracasó y en su lugar comenzó la “revolución de febrero”, que acabó con
la abdicación del zar Nicolás II en marzo. El éxito de las mujeres rusas se
consagró poco después: el gobierno provisional que se formó tras la retirada
del zar les reconoció el derecho al voto.
Esta huelga comenzó el 23 de febrero del
calendario juliano, que en el gregoriano equivale al 8 de marzo.
¿Entonces de qué se trata?
Aunque el origen del #8M puede deberse a más
de una causa, actualmente
en esta fecha visibilizamos las desigualdades, las violencias y los logros de las
mujeres en nuestras sociedades. En México, por ejemplo, recordamos a las
mujeres, jóvenes y niñas víctimas de feminicidio o de violencia sexual o por su
condición de género. Hay pocas razones para celebrar, dadas las condiciones de
inequidad en las que vivimos quienes, irónicamente, representamos más de la
mitad de la población de nuestro país.
De parte de Bernardo Andrews: Me parece que es muy justificado el clamor femenino por la indiferencia o agresividad masculina. Pero reflexionaba que tanto conmemoro como celebro. Y sugería que el grito sea más que enojo, un clamor a ser escuchadas, a despertar el respeto y admiración por el género que nos alberga por nueve meses antes de ver la luz, que nos da sentido de familia, amor a la vida, que sea un clamor por el nosotros, que sin ellas no tenemos vida ni alimentos, ni risas de nietos.
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